Cerca de las tinieblas. Otra semana más para el big bang.
18/05/20. El fin se acerca: sólo 59 muertos. Es decir, el fin del principio. Después, no se sabe qué. El bonito con tomate que hice el domingo, hoy estaba dos veces mejor. Siempre nos quedarán los fogones.
…the heart was the last thing he was worried about.
Camus, La Peste.
El problema de llamarse Cayetano, es que tiene mala rima. Cayetano, me la toca con la mano. Es como luterano: unos días por el útero, otros por el ano. Cayetano es nombre de señorito, de amo de cortijo, de cazador de perdices con Barbour. Nada que ver, como bien sabe el Doctor Piernavieja, con llamarse Cayetana. Lo que en masculino es rancia estirpe de personas insensibles al dolor ajeno y con desprecio por la calidad de vida del empleado de la finca, en femenino se torna todo elegancia. Que te llamen revolución de los cayetanos es un fracaso propagandístico muy notable. Puesto que la Historia sucede, me fui a verla en persona. La Historia en directo decepciona mucho, se lo puedo asegurar: durante el 15-M, que pasó aquí al lado de mi casa, lo que había era decenas de faltas de ortografía, arengas mal construidas de militantes desquiciados, estudiantes de excursión (vulgo acampada) y muchos paseantes contemplando un espectáculo. Leerse el relato de Josep Pla de la declaración de la República en 1931 sugiere la misma impresión: gente que se encuentra de camino entre la curiosidad, el seguidismo de la masa, la exaltación y las expectativas completamente trastornadas. Todos juntos los cayetanos de todas las edades, sexo y condición reunidos en la calle Ferraz no ocupaban más que la planta baja de El Corte Inglés de Callao. Yo a eso no lo llamaría ni revolución ni revuelta. En tiempos del diario Ya, que era un diario muy gráfico y mucho más sobrio que la prensa actual, católico pero progre (porque se daban esas paradojas en aquél tiempo), la concentración hubiera aparecido en las páginas interiores, con imagen monocromática y un pie de foto que diría algo así como «un grupo de exaltados protesta por las medidas sanitarias». Sí, suena a un poco desvirtuador de los motivos, pero asumo la autocensura de la época. Lo pones en Facebook y parece la marcha del Ku-Klux-Klan (y no lo es). Se le suma la vista de señoras con edad de tomarse muy en serio el riesgo de contagiarse de la peste con las mismas actitudes de cuando se gritaba «ejército al poder». La mala noticia es que la protesta la ejecutan personas que no las querrías en tu equipo de fútbol. La buena es que, realmente, no son tantos. En beneficio de los cayetanos, puede decirse que toda algarada que reúna más de seis personas termina por situarse en el mínimo común denominador de la capacidad intelectual de los asistentes: puede que a ti te afecte transitoriamente, pero caer en ello puede decirse que es lo esperable. Y eso vale para celebrar la Copa de Europa o la ira frente a cualquiera de las injusticias que suceden.
Mi sorpresa es que el diario Ya existe. Alguien ha recuperado la cabecera y se publica digitalmente. Milagro: «Floribeth Mora, una mujer costarricense de 50 años que se curó, sin una explicación científica, de un aneurisma cerebral irreversible. En abril de 2011 los médicos le diagnosticaron esta enfermedad que ponía en peligro su vida. En mayo, siguió por televisión la beatificación de Juan Pablo II y al día siguiente escuchó una voz en su dormitorio que le decía: «levántate». Meses más tarde los doctores confirmaron la cura de la paciente». Por la televisión. Los milagros no son lo que eran, ya no son necesarios pastorcillos sin testigos en cualquier loma, basta ser espectador de televisión. Pero Juan Pablo II, el beatificado, era un papa de otra época y a la altura de la tecnología. Lástima que no hiciera el milagro de dar de comer a los pobres y cosas por el estilo. En todo caso, tiene de interesante que conservan sus portadas históricas y, como se ve, sigue siendo católico.
Especulando, que es gerundio. Paso cerca de una inmobiliaria en la hora del paseo. Una muchacha se detiene un segundo en la vitrina y le inquiere a su acompañante: «a ver si han bajado ya los precios». Es importante que haya dicho «ya». Y lo es porque quiere decir que ha formado sus expectativas con rotundidad y tiene claro que la crisis de la peste generará una caída de precios. Por tanto, mejor esperar a que bajen para mudarse o presionar al casero con una negociación favorable. Por supuesto, en este momento nadie publica nada afirmando ser una especie de holocausto urbano el que los propietarios que antes pudieron subir sus precios ahora no tengan más remedio que bajarlos. No, no se cambiará la ley del alquiler por esto. Me doy una vuelta por Idealista y creo una alarma de precio, metros y zona: yo también voy a especular. No cesan de llegarme anuncios, tres, cuatro y cinco veces al día con fabulosas propiedades con alquileres que bajan entre un 10 y un 15%. Algunas son fabulosas por su aspecto, otras lo son porque se demuestra que en el comercio hay que saber pedir dinero hasta por lo que no lo vale. El detalle más curioso es que la misma propiedad que por la mañana llega con un precio escandaloso, por la tarde lo hace un quince por ciento menos escandaloso. He leído alguna explicación: los pisos turísticos (para entendernos, AirBnb) están vacíos y sin expectativa de llenarse. Así que los propietarios también especulan poniendo sus inmuebles lo antes posible en el mercado (antes de que bajen demasiado) y asegurarse la renta de lo que queda de año y el próximo. Al final, el comercio no era tan complicado. A ver si encuentro un buen trato.
Salidas: la investigación antropológica ya referida.
20 mayo 2020 a 7:00
Como siempre, Lucidez!!
20 mayo 2020 a 8:37
¡Usted, que me quiere!